miércoles, 1 de mayo de 2019

Ganas de reñir

Un entremés de los Hermanos Álvarez Quintero.


Serafín Álvarez Quintero (1871-1938) Joaquín Álvarez Quintero(1873-1944) fueron unos dramaturgos y poetas españoles.

Nacidos en Utrera, provincia de Sevilla, son autores de una extensa producción dramática compuesta por más de 200 obras, escritas en estrecha colaboración salvo durante el breve paréntesis del matrimonio de Serafín. Publicaron sus primeros escritos en la prensa sevillana bajo el pseudónimo de El diablo cojuelo y escribieron en 1888 Esgrima y amor, su primera comedia, pero alcanzaron su primer éxito con el entremés El ojito derecho (1897). Las obras de los hermanos Alvarez Quintero, cuyas tramas se sitúan generalmente en Andalucía y de modo específico en Sevilla, entroncan con el costumbrismo del siglo XIX y proceden, en cuanto a su técnica fundamental, del sainete y del entremés, con un lenguaje vivo y ágil que se expresa en diálogos ingeniosos. El sainete La reina mora (1903), el drama Malvaloca (1912) y las comedias costumbristas Las flores (1901), El amor que pasa (1904), El genio alegre (1906), Amores y amoríos (1908), Las de Caín (1908) -cuya acción se sitúa fuera del ambiente andaluz y que es citada en ocasiones como su mejor obra- Los galeotes (1909) y Puebla de las mujeres (1912) son algunos de los títulos más sobresalientes de Serafín y Joaquín Alvarez Quintero, quienes fallecieron respectivamente en los años 1938 y 1944 en Madrid.

Los restos de ambos se encuentran en el cementerio de San Justo de Madrid.

El diablo cojuelo:

El pseudónimo que utilizaron los Quintero, nos traslada al año 1641, la obra más popular de Luis Vélez de Guevara. 
La obra trata de un estudiante que saca al diablo de la redoma en que un mago le había encerrado, y el diablo, agradecido, lleva a su libertador por los aires y va enseñándole uno por uno el interior de las casas, cuyos techos levanta como si se tratara de casas de juguete, y así pueden contemplar a sus habitantes en la mayor intimidad, tal como son, con todos sus vicios y cualidades. El argumento, por sí solo, ya es un hallazgo, y la exactitud y gracia en las descripciones no le van a la zaga.

Se trata de una novela satírica y moral, por lo tanto, su principal objetivo es la crítica. Durante el siglo XVII, este tipo de escritos inundaron la literatura española, como en el Guzmán de Alfarache, en las obras de Miguel de Cervantes, de Francisco de Quevedo, etc.

En este caso, la obra satiriza a la sociedad de la época. Mediante la contemplación de las casas de la sociedad española, el autor pretende mostrar la verdadera faceta de cada clase y sus costumbres. Es un tema muy recurrido durante el Barroco español, debido al concepto del desengaño, tan cultivado, y que causaba tanta preocupación entre los autores del momento.


Ganas de reñir, se estrenó en el Teatro Español el 24 de Marzo de 1923

Los personajes fueron representados por Margarita Xirgú. Ya hable de ella aquí:

Y Alfonso Muñoz podeis verlo aquí:



Este entremés, lo representamos allá por los 80. No recuerdo el año exacto. Solíamos hacer este tipo de sainetes para un club de señoras que había en el circulo, y que se reunian para la merienda una vez al mes. Y normalmente o bien nosotros, los del teatro, o bien los del baile les hacian alguna pequeña representación. Y esta fue la nuestra:







El mercader de Venecia

Allá por los 80 (no recuerdo la fecha exacta), como en otras ocasiones, hicimos una obra interpretada por niños y para niños: El mercader de venecia.
Todos eran niños, menos el Dux, que yo, huyendo de ellos, no representaba. Peeeeero resulta que la niña que iba a hacer de Dux, tuvo problemas y me tocó sustituirla. 
Pocos datos que aportar de esta obra, aparte de ser una gran obra del gran Shakespeare.
Bueno, si, que una de las peques, en uno de los ensayos, parece ser que tenía ganas de hacer pis, pero por no interrumpir los ensayos, se lo hizo ensayando.
A la pobre se le quedó una carita que daba pena. Hay que tener en cuenta que tenía cinco años. 
Fue genial la reacción de los niños, ninguno hizo gracias del asunto. Su papa, la sacó de escena para atenderla y consolarla, y aquello quedó en anécdota y la peque lo superó perfectamente.
Conseguimos entre todos que la niña no se sintiera mal por aquello. ¡Menos mal! Se trataba de que disfrutaran con el teatro no de crearles un trauma. Creo que la cría lo supero perfectamente, gracias a sus amiguitos.
Una gran lección que me llevé de ellos aquel día.

Y esta es la foto que tengo. En la foto, están los niños mas mayores, y esa cosa con gorro, es el Dux, o sea, yo. 


Pastores a Belén

Cansados de hacer todos los años el mismo cuento, cambiamos a este otro. Por cierto fue el último relacionado con este tema que hicimos, los posteriores ya fueron en Navidades, pero ajenos a la Navidad. 

Esta obra, en realidad se titula !A Belen Pastores! y es de Alejandro Casona. Cada vez que representábamos una obra, teníamos que solicitar permiso de derechos de autor. En esta ocasión, tuvimos problemas, ya que no nos lo dieron, como ya teníamos la obra a medias, volteamos el nombre y en el programa omitimos que era de Casona. La verdad es que nunca entendimos porque no nos dieron los derechos. Parece ser que los familiares no querian...

Alejandro Casona

Alejandro Rodríguez Álvarez(1903-1965), conocido como Alejandro Casona, o también "El Solitario".
Fue un dramaturgo y maestro español de la Generación del 27.Emparentada con el "teatro poético" surgido del modernismo de Rubén Darío, su producción dramática guarda cierto paralelismo con la de Federico García Lorca, si bien su poética tiene el regusto amargo de la supervivencia.
En sus propias palabras:

"Tenía que escribir el teatro del amor, del odio, de la venganza (...) Se me puede acusar, con razón, de estar desligado del dato contingente, pero no del hombre".

Nació en Besullo, una aldea montañesa asturiana, nieto de un herrero, hijo de Faustina y Gabino, maestros ambos. Su único juguete en la infancia fue un castaño (la "Castañarona").
Los traslados constantes de sus padres le llevaron a Villaviciosa y Gijón, donde descubrió el mar y empezó el bachillerato. 
Su adolescencia y mocedad transcurrieron en Palencia y Murcia. En Murcia, estudió en la Escuela Normal de Magisterio, en la Facultad de Filosofía y Letras y en el Conservatorio de Música y Declamación. También se inició como obrero en una carpintería y, tras una escapada con su amigo Antonio Martínez Ferrer como aprendices de cómicos de la legua, trabajó de actor en la compañía de Josefina Díaz y Manuel Collado.

En 1922 entró en la Escuela de Estudios Superiores de Magisterio de Madrid, y cuatro años después obtuvo el título de Inspector de Primera Enseñanza, ganando plaza en el Valle de Arán (1928), donde llegó a poner en marcha un grupo de teatro infantil. En octubre de ese año, se casó en San Sebastián con Rosalía Martín Bravo, compañera de estudios en Madrid. El joven matrimonio se instaló en el pueblo de Lés, provincia de Lérida, donde nació, en 1930, su única hija, Marta Isabel, y permanecieron hasta febrero de 1931. En ese periodo, Casona adaptó El crimen de Lord Arturo de Wilde, que fue estrenada en 1929 en Zaragoza por la compañía de Rafael Rivelles y María Fernanda Ladrón de Guevara, y en la que por primera vez aparecía en cartel el seudónimo Alejandro Casona (en honor a la "casona del maestro" de su pueblo natal, Besullo).

Su vocación didáctica, inspirada en el ideario de la Institución Libre de Enseñanza, le valió ser nombrado por Manuel Bartolomé Cossío (presidente del Patronato de las Misiones Pedagógicas creadas durante la Segunda República Española) director, junto con el músico Eduardo Martínez Torner del Teatro ambulante o Coro y Teatro del Pueblo. Este grupo, de 1932 a 1935, recorrió gran parte de la España profunda llevando a escena piezas breves del teatro clásico español. Para este proyecto el propio Casona escribió versiones dramáticas de cuentos y relatos famosos de la literatura española como Sancho Panza en la Ínsula y Entremés del mancebo que casó con mujer brava. También adaptó al teatro obras representativas de la literatura mundial, tanto para adultos como para niños y jóvenes.

Sin embargo, el estallido de la guerra civil española rompió toda expectativa de futuro para Casona. Su compromiso con el gobierno de la República fue firme, pero pronto se dio cuenta de que la guerra iba para largo. Estuvo en un hospital de Madrid montando representaciones para heridos de guerra con el Teatro del Pueblo y dando alguna conferencia sobre teatro en Valencia antes de dejar España en febrero de 1937, con la compañía de Pepita Díaz y Manuel Collado Montes.

Exiliado en un principio en México, tras un éxodo por Costa Rica, Venezuela, Perú, Colombia y Cuba, se estableció finalmente en Buenos Aires, Argentina, en 1939. Fuera de España estrenó el cuerpo central de su obra, en el que Casona desarrolló en profundidad su estilo teatral, movido siempre por lo que en palabras de Genoveva Dieterich podría definirse como "...el conflicto entre la realidad y la fantasía, la evasión a un mundo poético mejor, la búsqueda de la felicidad, la fuerza redentora del amor, la realidad del sueño...".? De ese periodo son, entre otras: Prohibido suicidarse en primavera, La dama del alba, La barca sin pescador, Los árboles mueren de pie, La tercera palabra o La casa de los siete balcones.

Regresó a España en 1962, donde estrenó con éxito de público y gran alboroto crítico lo mejor de su producción. Aceptado y en cierto modo utilizado por la política aperturista del último franquismo, Casona fue, sin embargo, rechazado por la crítica más joven que lo tildó de trasnochado y conservador. Uno de sus grandes verdugos fue la revista Primer Acto; entre las demoledoras críticas, quizá las más reflexivas fueron las de su director José Monleón, recogidas y revisadas años después en Treinta años de teatro de la derecha (1971).

Discutido por unos y consagrado por otros, Casona puso en escena su última obra, un retrato de Francisco de Quevedo, titulada El caballero de las espuelas de oro en 1964, con una excelente interpretación de José María Rodero. Murió el 17 de septiembre de 1965 en Madrid.
¡A Belen Pastores!
Este retablo tiene un tema poco original en principio, puesto que escenifica una vez más la adoración de los Reyes Magos y de los pastores al Niño Jesús recién nacido.

Fue presentada, al aire libre, en el Parque Rodó de Montevideo, por la compañía de Josefina Díaz y Manuel Collado, en las Navidades de 1951.

Alejandro Casona logra cinco cuadros de intenso lirismo manejando elementos tradicionales e insertando oportunamente en la acción villancicos y canciones populares. Los autores tradicionales del género -Lope de Vega, Góngora, Tejada, Rengifo, Francisco de Ocaña, Francisco de Ávila- encuentran en ella cabida y actualización.

La aportación personal de Casona consigue una escenificación que supera el riesgo de anclarse, como tantas veces en lo litúrgico, o de desbordarse por el lado del pintoresquismo. Los elementos profanos tradicionales, derivados de los juegos de escarnio, se mezclan con el relato sagrado como contrapunto de «ingenua profanidad y cierto respingo de humor prerreformista». En definitiva lo que sucede es que Casona, profundo conocedor de Juan del Encina, de Gil Vicente, de Lope de Rueda y los autores más representativos del alma popular española, consigue el equilibrio entre lo religioso y lo humano tan difícil de intentar sin que uno de los extremos se imponga al otro.

Los Reyes Magos y los pastores llegan a Belén para adorar al Niño Jesús. En los pastores Casona crea un Zampabollos simple, un Polvorín agudo, un Zabulón glotón y un Salicio enamorado. Su comportamiento, actitudes y palabras están más cerca de la frescura y lozanía del Renacimiento que del retorcimiento y complicación del Barroco.

Personajes desusados en composiciones de este tipo son el Diablo y, sobre todo, su esposa Doña Diabla y sus hijas Viperina y Satanisa. Polvorín y Zampabollos llegan inconscientes a las oficinas del Infierno, a través de una galería que tiene la boca de entrada disimulada en la majada del pastor Patriarca Samuel. Polvorín y Zampabollos solamente consiguen liberarse de la trampa apresando al Diablo por el rabo. Luego, debidamente enjaulado, constituirá su presente al Niño Jesús.

La curación de un hijo de Samuel, mudo de nacimiento, lograda por la Virgen María en su huida de la persecución de Herodes, constituye una escena llena de ternura y de poesía.

Estas son mis fotos. Yo soy Satanasita, la de las coletas.